jueves, 29 de agosto de 2024

El drago

 Íbamos a comer. Siempre lo mismo, siempre los tres. Siempre como si fuese una celebración elegante, como algo fuera de nuestras vidas mundanas. Entrábamos y todo parecía de otro tiempo. Podía estar un poco deteriorado, pero seguía siendo sofisticado. Un hombre en la puerta con traje y pajarita que te acompañada a la mesa. Ventanas con marcos de madera desde los que ver de lejos esa piscina que visitamos solo ayer, bajo el sol y tomando cerveza. Un bar con detalles dorados y un separador de madera. Manteles blancos impolutos y sillas pesadas que alguien amablemente movía para que pudieras sentarte. Era un sitio de días especiales. Con alfombra y camareros de traje y servilleta de tela encima del brazo. Un sitio con varios cubiertos y un hilo musical leve y atemporal. Era un sitio sacado de algo como Mad Men. Atrapado en el tiempo e intentando aguantar ante un mundo que se seguía moviendo. Siempre pedíamos lo mismo, los tres. Siempre pan con ajo y mantequilla, siempre beef strogonoff con puré de patatas para mí, siempre mariscada con patatas fritas para mi mamá, siempre mero a la meunier para Chicho. Siempre una cheesecake de postre para los tres. Siempre arreglados, siempre sintiéndonos fuera de lugar y a la vez tan en el lugar que debíamos estar. Hoy lo recordé. Todas esas visitas. Todos esos días especiales en que éramos y celebrábamos solo los tres. La conversación, el frío del aire acondicionado, cómo sabía ese puré a mantequilla y felicidad. Me acordé de la puerta con ese Drago. De entrar al club y ver los trofeos y las fotos retro de las antiguas reinas de belleza del Centro Social Canario Venezolano. Me acordé de mirar siempre al entrar la lista de miembros y que la acción de mi abuelo era la 001. Fueron buenos momentos. Puede que rodeados de otros no tan buenos... pero lo fueron. Por lo menos lo eran cuando estábamos solo los tres, con nuestros manteles blancos, nuestra comida de siempre y una conversación incansable. 

A veces solo tienes eso: el recuerdo de algo bonito, de momentos especiales que se crearon en colectivo y que no lo parecían tanto en su momento, para luego ser fuego de la nostalgia después. 

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