Gente bajo el sol, aguas cristalinas, cuerpos morenos. Una leve revisión de Instagram en verano muestra estas imágenes una y otra vez. Gente que conoces disfrutando del tiempo libre, del ocio, del mar. Llevo años sin disfrutar realmente un verano. Como mucho me he ido cinco días a la playa y eso ha resultado casi un milagro. Y cada año el verano llega y siempre me pasa lo mismo: primero lo disfruto, por su sol, el terraceo, las cervezas frías y los vestidos hippies, y luego lo detesto, por el calor, por estar atrapada en una oficina o en casa trabajando mientras todos los demás se van, por sentir que pasan los años y los veranos y nunca, nunca, veo realmente el mar, por Madrid y su inexistencia de agua...
Normalmente no se habla de una melancolía de verano, pero yo la sufro. Siento nostalgia de todos los momentos perdidos tirada al sol en la arena, de esos instantes leyendo un libro y soltándolo para refrescarme en el agua. Porque la realidad es que el tiempo pasa, los veranos transcurren y el calor da paso al frío y a otro año.
Cuando vivía en Venezuela -ese territorio aún real pero que ya solo existe en la memoria- no sabía lo que tenía. Ir a la playa cualquier fin de semana del año era algo tan normal, tan cotidiano, tan posible que lo hacíamos poco. Fuera por trabajo (casi siempre) o por otras razones, la playa era algo que visitábamos menos de lo que habríamos querido. Pero mi nostalgia no solo se trata de mis necesidades como caribeña o de esos tiempos perdidos, se trata de algo más. Va de ver la vida pasar y sentir que no se aprovecha, va de ver claramente que es un espejismo pensar que en el futuro se hará esto o lo otro y que solo pasa para callar los gritos que piden vivir ya, aprovechar el presente. Se trata de perder posibilidades de experiencias, de sentir que la vida transcurre solo concentrada en rutinas y trabajos, marcada por las limitaciones, por enormes noes.
Ya estamos a mediados de agosto y mi nostalgia está en pleno apogeo. ¿Será esto la vida para siempre? ¿Sentir añoranza por cosas que no vamos a vivir mientras vivimos haciendo cosas que nos son indiferentes? ¿Es ser adulto estar insatisfecho con todo lo que no se puede hacer por las limitaciones de serlo?
Supongo que en cuanto llegue el frío y la lluvia mi nostalgia dará paso al disfrute de los cambios de estación, a la llegada de los días frescos y la ropa de invierno, pero eso no eliminará la melancolía más profunda... otro año pasa, otro en que se van posibilidades que no volverán, otro en que la juventud se escapa sin retorno (aunque intentemos pensar que no estamos envejeciendo), otro en que la exigencias de ser adulto pesan más que lo que se quiere o el llamado a vivir la vida, otro en que, de nuevo, no disfrutaré del mar...
Normalmente no se habla de una melancolía de verano, pero yo la sufro. Siento nostalgia de todos los momentos perdidos tirada al sol en la arena, de esos instantes leyendo un libro y soltándolo para refrescarme en el agua. Porque la realidad es que el tiempo pasa, los veranos transcurren y el calor da paso al frío y a otro año.
Cuando vivía en Venezuela -ese territorio aún real pero que ya solo existe en la memoria- no sabía lo que tenía. Ir a la playa cualquier fin de semana del año era algo tan normal, tan cotidiano, tan posible que lo hacíamos poco. Fuera por trabajo (casi siempre) o por otras razones, la playa era algo que visitábamos menos de lo que habríamos querido. Pero mi nostalgia no solo se trata de mis necesidades como caribeña o de esos tiempos perdidos, se trata de algo más. Va de ver la vida pasar y sentir que no se aprovecha, va de ver claramente que es un espejismo pensar que en el futuro se hará esto o lo otro y que solo pasa para callar los gritos que piden vivir ya, aprovechar el presente. Se trata de perder posibilidades de experiencias, de sentir que la vida transcurre solo concentrada en rutinas y trabajos, marcada por las limitaciones, por enormes noes.
Ya estamos a mediados de agosto y mi nostalgia está en pleno apogeo. ¿Será esto la vida para siempre? ¿Sentir añoranza por cosas que no vamos a vivir mientras vivimos haciendo cosas que nos son indiferentes? ¿Es ser adulto estar insatisfecho con todo lo que no se puede hacer por las limitaciones de serlo?
Supongo que en cuanto llegue el frío y la lluvia mi nostalgia dará paso al disfrute de los cambios de estación, a la llegada de los días frescos y la ropa de invierno, pero eso no eliminará la melancolía más profunda... otro año pasa, otro en que se van posibilidades que no volverán, otro en que la juventud se escapa sin retorno (aunque intentemos pensar que no estamos envejeciendo), otro en que la exigencias de ser adulto pesan más que lo que se quiere o el llamado a vivir la vida, otro en que, de nuevo, no disfrutaré del mar...